
Un estudio elaborado en Estados Unidos observó el comportamiento de 500 familias. Casi el 100% de los niños comenzó a llorar, pedir comida y reclamar atención ante la presencia de sus madres.
Los niños suelen encapricharse cuando quieren algo. Y no hay mejor forma que convencer a su padre con un llanto, o lagrimas. Es por ello que en este estudio, se ha analizado todos los tipos de reacciones: quejas, llantos, gritos, intento de golpes.
Lo que se encontro fue que los bebés de 8 meses, podían estar jugando felizmente, pero al ver a su madre entrar en una habitación casi el 100% eran más propensos a empezar a llorar, liberar esfínteres, y necesitar su atención inmediata. Incluso un niño con dificultades de visión empezó a tirar cosas y pedir un bocadillo a pesar de haber comido, al escuchar la voz de su madre.” afirmó el Dr. KP Leibowitz.
El profesional considera que el causante de este mal comportamiento se debe al olor que enmascara las feromonas naturales que emanan las madres para ofrecer a sus hijos “alivio”.
La investigación demostró que a pesar de usar los mismos métodos de educación, el 100% de los niños eran más sensibles a las instrucciones que se daban en un tono de voz normal si venían de alguien diferente a la madre. En cambio, para conseguir los mismos resultados de comportamiento las madres tenían que elevar su tono de voz.
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